jueves, 9 de febrero de 2012

El fin no siempre justifica los medios.

A todos nos utilizan en un momento u otro de nuestra vida. Es más, a menudo lo aceptamos con gusto. Es un trato que se hace para conseguir lo que se quiere o lo que se necesita: un trayecto en coche hasta el instituto, una entrada para el partido, una cita, una invitación a una fiesta. En definitiva, una transacción justa y consensuada... la mayoría de las veces. Pero sentirse utilizado es otra cosa. En este caso no eres más que un instrumento de la ambición del otro. Espectador entre el público y testigo mudo de su fantasía.
Ghostgirl, ¿Descanse en paz?

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